lunes, 24 de septiembre de 2007

Memoria y desmemoria

Me dijo mi padre que los ancianos tienden a olvidar lo reciente pero guardan los recuerdos del pasado remoto.

Mi abuelita siempre que la visito me cuenta una historia, distinta y a la vez la misma. A veces cambia detalles, omite cosas... en fin, lo que hacen todas las abuelitas al contar sus recuerdos pero no recuerda lo que comió ayer... Me quedo pensando...

¿será que es mejor recordar un pasado vivido que la sombra del presente? ¿qué sucede con lo que no se quiere recordar? Cuando tenía doce años murió un amigo -es cierto, no muy cercano para esas fechas- pero amigo más que compañero. Murió al caerle un tablón en la cabeza en el patio de la secundaria. Durante todo el tiempo que lo supe no tuve el mínimo sentimiento o la mínima sensación de haberlo perdido. No fue hasta que me asomé a su ataúd que pude ver su cara, recuerdo con exactitud sus labios secos, morados con una especie de costra blanca casi imperceptible. Labios de muerto. Entonces me solté a llorar tan fuerte; lo comprendí al fin y me sobrepasó, me abrazó una antigua maestra de primaria y me consoló, me calmé. Sin embargo fue más de lo que pude soportar: fue un evento que nunca pude comprender, para mí Rubén no murió, y aunque vi su cadáver espero volver a verlo algún día en alguna reunión de exalumnos de la primaria y si no va, pensaré simplemente que no quiere vernos.

1 comentario:

MAYAPAX dijo...

Problematizar sobre el valor epistémico del recuerdo, mmmm... En fin, pues creo que siempre se reconstruye (recuerda) desde una coyuntura, en todo momento acorde con las circunstancias de la evocación. Algunos cierran su vida, dan por terminada la serie de hechos y la coyuntura desde la que recuerdan es fija, del pasado. Nuestras abuelas son claro ejemplo.